jueves, 26 de septiembre de 2013

La noche de hotel


-¿Cuándo vas a coger la noche de hotel?
-Ah..., no sé. Tengo que buscar acompañante.
.Ya lo debes de tener, supongo.
-No, me gustaría que fueras tú.
-Es difícil, muchísimo. Me gustaría mucho pasar una noche contigo. Cenar y dormir juntos.
-A mí también. No hace falta que coja la habitación enseguida, creo que tengo hasta final de año. Lo preguntaré. ¿Habría más posibilidad entonces?
-Tal vez, pero es difícil. En muchos años he pasado muy pocas noches solo en casa (en la cama muchísimas).
-¿Y eres feliz así?
- No, nada.
-Pues intenta buscar una noche para ti. Yo puedo esperar.
-Bueno, lo intentaré, de verdad, Si no, ya sé que te irás con tu amigo.
-Yo quiero ir contigo. Si tú no puedes, cogeré la opción de Tortosa que es un apartamento para cuatro, e iré con mis hijos.
-¿Estás cambiando?
-¿De qué?
-Yo no soy un buen partido. Estoy enfermo, loco y casado.
- Lo de loco y enfermo no me importa. Lo de casado sí. Por eso, y porque sé que no la dejarás, intento no hacerme ilusiones y seguir como hasta ahora.
- Es imposible seguir siempre igual. Todo cambia. Nada permanece idéntico a sí mismo.
-¿Qué quieres decir?
- Parezco un filósofo griego. Tal vez lo soy, reencarnado. Quiero decir que no sabemos nada. Y que yo también he cambiado, quizás desde que te conozco. No sé si es bueno o malo.
- Lo nuevo da miedo, pero a veces es necesario para darte cuenta de cosas.
-Ya me doy cuenta de las cosas, por desgracia. Pero no tengo esperanza.
- ¿Esperanza de qué? ¿de que cambien? Eso depende de ti. No en su total, pero sí algo.
- No es eso. La esperanza no existe porque no tengo la certeza de que aunque las cosas cambien sean mejor.
-Eso nadie lo sabe. Yo cuando he estado muy mal he cambiado porque he pensado que quedarme como estaba no me hacía feliz, y aunque la vida no me es fácil, no me arrepiento de seguir adelante.
- Yo soy más autodestructivo. Con frecuencia no quiero ni vivir.
- Yo a veces también lo he pensado y he sentido mucho miedo, pero perdido por perdido, mejor seguir a ver qué pasa. Sólo unos días de felicidad, y ya vale la pena.
- Sí. No me hagas caso. Hoy estoy melancólico. Normalmente, ya sabes que tengo buen humor.
- Sí, ya lo sé, pero prefiero que te muestres cómo te sientes en este momento. Así te conozco más. ¿Por qué no intentas ser feliz conmigo, aunque no te atrevas del todo y sólo sea a ratos? Intenta buscar una noche. No importa que sea pasado el verano, cuando tú quieras.
- Una noche es una noche es una noche..., como el famoso poema de Gertrude Stein. Lo intentaré. Me llaman, tengo que dejarte.


miércoles, 25 de septiembre de 2013

No tot és així, és diferent.


Pensava que els ulls se li aclucaven. Buscava un petit fil del qual poder estirar, i mig endormiscada, amb la mandra que fa aixecar-se del sofà, va repassar el dia. Només alguna cosa que la colpís.
Va recordar el whatzzap. Es repetia l'autor i quasi bé el contingut. Avui havia utilitzat la manca de feina com a ham per a veure si contestava, o potser era una demanda sincera. No havia respòs i ja li havia marxat del cap.
Era un exercici de memòria on calia perseverar, posar ordre i sobretot a ella li feia falta l'emoció, aquell nus que ja feia temps que no li venia, aquella espurna que l'embriagava. A còpia de generalitats no hi arribaria, calia gratar. El 10 d'octubre faria un any. Calia despullar-se? Pensava que no.

viernes, 13 de septiembre de 2013

El més o menys

 Lògica difusa oposada a la visió cartesiana tan occidental del blanc o negre. Existeix el més o menys, com quan posem la roba a la rentadora i hem de classificar el programa segons la roba estigui més o meys bruta o sigui més o menys fosca. El programa no fila tant prim. No siguis tú tampoc tant precís a l'hora de classificar i ordenar. D'acord. No et dediquis, aleshores, a la física nuclear ni a les missions espacials., ni al dibuix tècnic, ni a la poesia ni a les matemàtiques clàssiques.

jueves, 12 de septiembre de 2013

No tot és així, és diferent.

Quan per a l'Anna es va fer costerut tenir la sensació de massa coses alhora, va córrer, no literalment, -de ben segur que la ment hi va arribar la primera i amb la primícia d'inventar la seva imatge davant de l'ordinador-, a escriure al seu blog. No el seguia ningú, només algun despistat que buscava un altre contingut guiant-se pel títol.
Tenir pantalla blanca i començar a buidar. Potser millor deixar-se anar sense cercar res en concret. El que hagués de venir, ja vindria.
L'article al diari sobre el Foster Wallace aquell mateix matí mentre esmorzava al bar, el qual havia llegit fil per randa a diferència de la resta dels continguts (bé, una entrevista a un tal Stephen Macknik també li havia interessat) li assegurava una cosa (si és que existeix la seguretat): l'inclinació que sentia per a saber sobre les persones que havien patit atacs de pànic, i al mateix temps l'angoixa (controlada) que li produïa tornar sobre el tema.