lunes, 30 de enero de 2012

El trullo I

Aprovecha los rayos del sol que rebotan en el muro con sombrero de alambrada. Espalda pegada y cuello inclinado para que los ojos bajen oblicuos y fijen su mirada en las letras de la novela. Con los dedos de la mano derecha levanta por la esquina inferior la página que está a punto de pasar. En estos momentos su realidad es otra, es la aventura de pasearse entre los bosques de los alpes escandinavos en Noruega.
Judith ha ido a verle el pasado fin de semana. Alta, rubia, ojos color mar, entre verdes y azules. A pesar de parecer transparentes, cuando le mira es tan concreta e incisiva que aun y a pesar de la ventanilla, él tiene la necesidad de desviar su pensamiento a otra parte, y entonces se acuerda de los alpes escandinavos.No le ocurre lo mismo cuando ella se levanta y le da la espalda. En ese momento clava su vista, como garfios, en el culo de redonda nalga y cadera ondulante y una vez más su mente viaja rápido, esta vez al recuerdo de Blanca.
Al principio, los esfuerzos por salir de su letargo fueron deprimentes; luego más tarde, aparecieron imágenes sin avisar, y ahora se deleita con sensaciones, casi emociones, porque sí, adivina nombres, historias pasadas, lugares... y la cárcel ya es un hecho, lo fue, aunque no sabe el motivo...y Judith y Blanca...¡qué diferentes
sentimientos le evocan la una y la otra...! Pero no está preparado todavía ..., prefiere que le den por muerto, o desaparecido..., pero Blanca, a  Blanca la percibe, la nota, la palpa en el aire, la desea.., y al mismo tiempo qué vértigo asomado al abismo.  

jueves, 26 de enero de 2012

Roger Rabbit

Me ha venido a la memoria esta película del año 88 del pasado siglo donde personas de carne y huesos se relacionaban con dibujos animados. La escena donde el "dibu" Jessica Rabbit canta cual terciopelo y contornea las nalgas de Marilyn Monroe al compás de unas largas piernas, acercándose al final al humano-detective Eddie Valiant sentado en su silla con cara de "rey pasmado", mezcla en mi mente, de por sí ya bastante arremolinada de imaginación, la realidad con la ficción, de tal manera que de pronto me doy cuenta que cuando Jessica se apoya en los muslos de Eddie, y le toca,  y tirando de su corbata aproxima los labios de él hacia los de ella, como digo, me doy cuenta que el "dibu" sí tiene peso, no es un espectro, no es aire, ni polvo y aunque anda sin hueso, se diría que es de carne.
Dos mundos se dan la mano. Se me ocurre ahora acercarme a esa gran pantalla y posar mis labios en ella, en los labios de él, porque él, del otro lado ha pensado lo mismo que yo, y los ha pegado con la intención de ser besado, pero..., ¿qué ocurrirá?, ¿será él quien cruce por el efecto del dulce beso, como cuando la princesa besa a la rana y no es ella la que se convierte como tal sino él el  que deviene príncipe? Y si esto es así, ¿seguirá él siendo el yo ficticio del autor o se revelará su yo empírico?  ¿Y si sucede al revés? ¿Si es ella la que  descubre el otro lado de la pantalla pero conserva en su viaje su esencia humana? Ella no es un dibujo animado, él sí. Y si ambos permanecen donde están, ¿bastará el delicado roce de las bocas para que él sepa a quien ha besado?. Quizás no, pero aun en tal caso puede que a menudo repose su oído en la superficie vertical,blanca y opaca que los separa para cazar su voz y ella acudirá de nuevo atraída por ese mundo de ficción hasta la frontera de momento infranqueable y atenta escuchará:" y te digo al oído que estoy vivo", y entonces el artífice del imaginario temerá perder a su retoño.

lunes, 16 de enero de 2012

A tí

Mira cómo mi vello se estremece
como juncos inclinados por tu aliento,
y el alma me penetra hacia adentro
de todo mi ser que en tu mar florece.

De vivir sin tu amada poesía
no sé, y me cobijo en el recuerdo:
algunos de tus yo eran inciertos
mas, tus ojos y tu boca me querían.

Y, ahora reclinada en tu orilla
esperando con tu ola me bañes,
imagino tus caricias de antes
y renazco de nuevo en tu vida.

domingo, 8 de enero de 2012

Mundos paralelos

No sé si es avidez por sentirme viva, o por no sentirme sola en mi manera de "vivir", pero me reconforta que las personas por las que siento algún tipo de atracción, curiosidad por conocer, como por descubrir, porque su mirada y sus ademanes me parece que transmiten la magia que me invita a visitarlas, expresen su dentro, sus certezas y  confusiones y casi sean sinceras (no es posible ni menester serlo al cien por cien)  dibujando su yo no más íntimo, pero sí el "un poco escondido"en su vida cotidiana.
Ahora se me ocurre pensar, ¿te imaginas un mundo donde también conocieras a las gentes por haberlas visto los días suficientes para que surja un interés de conocimiento mutuo y a continuación el canal de indagación fuera  a través de expresar lo que uno lleva dentro aunque nada, o todo, o poco tuviera que ver con ese ser nuevo en tu vida?, ¿surgirían así mundos paralelos?, ¿refugios del alma?, ¿o alguna de las partes querría traspasar de un mundo paralelo al otro?, ¿ir al real para vivirlo de carne y hueso y regresar al de las palabras escritas según necesidad y sin sufrir daño alguno?.
El mundo de la ficción me atrae, pero no puedo decir que sea más o menos dañino, o más o menos feliz que el real. Y aquí estoy en el Nuevo Año, a veces en la imaginación y otras en mi vida diaria. Me gustan las dos.

miércoles, 4 de enero de 2012

Recuerdos

Ahora lo veo en la distancia. Es primavera. Atrás quedan el otoño y el invierno, ese invierno en el que sólo adiviné la primavera cuando el loco se fue y en las ramas de los árboles aún desnudos, aparecieron pequeñas ramas verdes. El otoño había reemplazado al verano llegando a mi corazón mucho antes que la hojarasca se esparciera multicolor en el aire: amarillo, dorado, marrón ,rojo. El último día de mis vacaciones de verano la carta desapareció de mi vida y de mi bolsillo, y el otoño llegó con fuerza impregnando todo mi ser. Era el 31 de Agosto. Esa tarde dije no entenderlo y él no me respondió con la palabra, sólo con sus ojos, clavados en los míos y tristes. "¿Quién eres ahora, el amigo o el loco? ¿El amigo que vivió conmigo cada instante despreocupado y feliz, el que me amaba en el río revuelto de su vida esperando llegar a la orilla y decirme adiós?¿ o el loco enamorado, enloquecido y tambaleante hasta mi orilla cálida de amor, sin poder discernir la realidad de la imaginación, como cuando poeta en su esencia escribía versos hasta bien entrada la noche?" Fue incapaz de hablarme en nuestra despedida y transcurrió mi otoño melancólico, sin saber nada más del poeta.
Recuerdo esa mañana de Diciembre, rotundamente muy soleada. Él me había llamado la noche anterior, justo cuando terminó el otoño  y se esperaba un invierno frío, con hierba empapada en el campo y un mar tempestuoso en la costa. Lo recogí en mi coche, queriendo ignorar que no había sabido nada de él desde el 31 de Agosto,  y nos dirigimos a su apartamento en la playa. Durante el viaje corto, sólo nueve kilómetros nos separaban de nuestro verano,  me dijo, como mirando a su interior y buscando las palabras, "Nunca has mencionado la carta que te mandé" . Le respondí que tenía curiosidad por saber de su amigo y la mujer que conoció. "No sé si podré ser sólo yo, y no a veces el loco y a veces el amigo. Y en cuanto a la mujer que conocimos, perdón, que conocí, quisiera que siguiera acurrucándome, a veces mar tremendo a veces agua mansa y que viviera mi realidad y mi imaginación entendiéndolas, si acaso, con el corazón."
En pleno invierno, aparecieron días de verano, a los que seguían rápidamente nieves heladas y distancias de mucho más de nueve kilómetros del campo al mar. Distancias largas y días interminables sin que sonara ningún teléfono, hasta que, sin aviso, un verano, a mí se me antojaba relámpago, explotaba con toda su luz en nuestras almas y nos reconfortaba por unas horas. El invierno se hizo interminable y sólo adiviné la primavera cuando le pedí que se marchara sin buscar el camino de vuelta.
Es primavera. La naturaleza ha hecho horas extras para recuperar el tiempo perdido. Las yemas de las hojas crecen rápido, las flores visten el campo de colores, los almendros al lado de la carretera se adornan de blanco, y también los cerezos. A Abril, Mayo y Junio les crecen las tardes, y en ellas me paseo con ropa liviana, como liviana está mi alma.

La playa atestada

Era mediados de Agosto. Desde la terraza de la habitación de mi hotel podía observar la playa atestada. Me senté en la tumbona sin sentarme en ella, ensimismada como estaba en mi sentir, en mis emociones, como si mi mente llegara antes y después mi alma, o al revés. Algo se me escapaba, era una sensación de irrealidad, de no haber vivido esos momentos, horas, días...¿Quizás porque era la primera noche que dormía sola desde que nos habíamos conocido?. La tarde anterior recorrimos los bares musicales, como muchas otras tardes y después de una siesta prolongada en su apartamento. Habíamos hecho el amor. Al terminar de comer nos desnudamos. Él me estaba esperando en la cama y me abrazó, susurrando que me quitara las bragas. Nos besamos, besos cortos y tiernos, nos amamos, le besé el cuello, el oído, el me acarició...Yo quería caber dentro de él, quería ser más pequeña que él y doblé las piernas, tocándolo con las rodillas, y de esta forma,con sus brazos, con sus manos llegó a mi culo y fue como si lo tuviera todo contenido en sus palmas. Nos excitamos. Cogí su pene duro y seguimos besándonos los labios, inclinándose encima de mí, mordiéndome el pezón con fuerza. Gemí y me penetró, con todo su ser y me embistió sin salir, empujando, arqueando mi espalda, gritando sin gritar y nos corrimos. Y así estuvimos, respiración con respiración, piel con piel, labios buscando labios, agradecidos, compenetrados. Lo amo, pero no se lo dije.
Nos había alcanzado el inicio de la tarde y nos lanzamos a ella, recorriendo los bares musicales como muchas otras tardes. Llegó la noche de verano, con olor a mar y pino, con las manos entrelazadas y los pies en el vaivén de las olas que morían en la orilla. Me miró. No supe qué me estaba diciendo. Sus ojos no tenían fondo y miraban en el mío."Hasta mañana. Ven a la playa atestada".
Me levanté de la tumbona de la terraza de la habitación de mi hotel y bajé a la playa atestada, y aún así lo encontré y le sonreí. No era él, era otro, y aún así lo reconocí y le sonreí. Estaba sentado en la arena esperándome. En su mano derecha sostenía un papel blanco y doblado. Alargó el brazo y me dijo : "Te he escrito una carta". Lo miré, creo que sin expresar lo que sentía por dentro, y recogí la carta de la mano de mi amigo,  de la mano del amigo del loco, de la mano del loco.