viernes, 13 de abril de 2012

Encina

Brotas derecha o torcida
con esa humildad que cede
solo a la ley de la vida
que es vivir como se puede.
(Antonio Machado)

Vino de un pueblo de León de muy jovencita. Tenía nombre de árbol, se llamaba Encina. La recuerdo con la tez muy blanca y el pelo castaño. Tatareaba alegre por la casa ayudando a mi madre con las tareas domésticas, y lo que más me gustaba era verla en la terraza tendiendo la colada. Un juego de sombras movedizas me servían de escondite entre las sábanas blancas. Avanzaba sigilosamente como un vaquero pegado a la pared ondulante de la tela y, ¡zas!, doblaba la imaginaria esquina abalanzándome con mi mano en forma de revólver para disparar al peligroso foragido. Encina caía herida no sin antes apretar su estómago con ambas manos, retorciendo su cara de dolor y profiriendo un grito ronco y corto que satisfacía con creces mi victoria en el mundo de los cawboys.

Ahora la recuerdo sentado en este parque del castell de l'Oreneta, mientras veo jugar a mis hijos bajo la sombra de los pinos, algarrobos y encinas. El aire se llena de un olor espeso al lado de la retama y el madroño.
Encina se marchó de casa para casarse y fue a vivir a Nou Barris. Cuando la volví a ver, me pareció que habían pasado ochocientos años. Su pelo era grisáceo como el envés de las hojas de la encina y me pareció de una humildad majestuosa. Su hombre no fue un buen marido, pero ella a pesar de las tribulaciones no había sucumbido a la fugacidad del tiempo. Perduraba sobre su tronco algo inclinado. Me miró emocionada y floreció de repente, como la encina en primavera.

Mis hijos corretean delante de mí en el camino de vuelta a casa. Dejamos los senderillos ocultos en la sombra y por el camino de tierra accedemos a uno de los muchos miradores. El día es claro y la vista sobre Barcelona, espléndida.

4 comentarios:

  1. Parece que últimamente va de árboles. No quiero ni pensar qué pasará cuando lleguemos al plátano, al mangle prieto o al mamey.

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  2. Todo llegará, querido Mario.
    ¿Cómo te encuentras? Lo último que supe de ti es que estabas en el hospital St. Mary on the Hill.
    Cuéntame. Tengo ganas de saber de ti.

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  3. Seguramente debes estar mejor, pues tu comentario vuelve a la ironía, incluso diría que estás juguetón. Estoy contenta.

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  4. No es ironía todo lo que parece ni todo lo que es parece alguna cosa. No sé si me explico.
    Aún no he recuperado por completo la visión, y no puedo mover las manos ni los dedos. Solo la caridad de un viejo amigo, del que no puedo revelar la identidad, me mantiene en contacto con el mundo, a través de las cosas que leo con sus ojos y lo que sus manos escriben por mí. Pero aún guardo esperanzas...

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