En esa playa
devuelta a la vida
por el eterno retorno
de azul y blanco,
hacia la materia
rugosa de la piedra
y su recodo más oscuro
entre las sombras del pino
y los sonidos de caracola
que susurran de la entraña,
oí su voz en la sílaba
y tras la palabra
vi nada como todo
de un cuerpo translúcido en el mar
cuando él,
el hombre del círculo,
el extraño despojado
y de hermoso desnudo,
dijo música con la espiral
calcárea, coral.
Curioso, intrigante poema. Sin pretender formular una interpretación, me viene de inmediato a la memoria otro poema de Gonzalo Rojas, "Playa con andróginos", del que pongo un fragmento:
ResponderEliminar"A él se le salía la muchacha y a la muchacha él
por la piel espontánea, y era poderoso
ver cuatro en la figura de estos dos
que se besaban sobre la arena; la escena
iba de la playa a las nubes.
¿Qué después
pasó; quién
entró en quién? [...]"