miércoles, 21 de diciembre de 2011

La carta otra vez

De esos días y días, creo que fue el penúltimo antes de terminar las vacaciones, en el que decidí que la carta debía desaparecer de mi vida, y de mi bolsillo.
El azul intenso  lo podía ver sin pestañear y a través de mis gafas de sol, si ladeaba mi cabeza hacia el lado derecho. Si por el contrario escogía el lado izquierdo, el sol traspasaba mis cristales e invadía mis párpados a la fuerza medio cerrados, y el cielo se tornaba no azul, más bien incoloro refulgente. Opté por levantarme y acercarme a la orilla. Con tiento, los dedos de mi pie derecho buscaron la sal y el agua, y de este modo, sumergieron la planta y el talón. Lo mismo hicieron mis dedos del pie izquierdo. El agua de finales de Agosto era caliente. Cuando la noté un poco más fría, me di la vuelta mirando la orilla, ya lejos, con diminutas figuras moviéndose, parasoles estáticos, pequeñas pelotas de plástico recorriendo medias elipses de derecha a izquierda...Le di la espalda otra vez y me zambullí. Silencio.
"Has tardado mucho". Me lo dijo el amigo del loco cuando, al inclinarme encima de la toalla, las gotas con sal que traje conmigo al regresar, cayeron en gesto voluntario en su cara, en sus ojos, en sus labios, en su alma...
Me tumbé a su lado en la arena y pensé que la carta debía desaparecer de mi vida y de mi bolsillo.  

1 comentario:

  1. Estos personajes parecen caminar entre el amor y la desesperación, que tal vez son lo mismo. Intrigado por saber a dónde les lleva este camino.

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