sábado, 14 de abril de 2012

Preludio de un amor pastoril

Le dice la Plátana al Plátano:
¿Cómo tienes el platanero?
En la punta tengo un jilguero


-¿Qué escribes?
-Nada
-¿Me dejas leerlo?

-Fiuh, Fiuh, fiuh, fiiiiiiiiuh, fiiiiiiiiuh,fiuh fiuh, fiuuuuuuuh
-¿Qué silbas?
-"Le dice la pastora al pastor:
  ¿Conoces el canto del amor?"

Y se recuesta más Jana en el tronco del alcornoque, devolviéndole el cuadernillo a su pícaro pastorcillo aficionado a la sublime poesía, mientras a la vez le sonríe y le silba: fiuh, fiuh, fiuh, fiiiiiiiiuh, fiiiiiiiiiiuh, fiuh fiuh, fiuuuuuuuh. No tarda Romus, sentado al lado de Jana, en coger su flauta y acompañarla en el canto del amor. Ella lo ve muy bello y piensa que es debido  a la música que lo envuelve a él y casi la alcanza a ella.
-¿Me dejas tocarla a mí?, le pregunta la pastora al pastor, y Romus le enseña cómo hacerlo, con las yemas de los dedos de ella, arrancando notas preciosas, cada vez más agudas, que se pierden entre los cantos de los pájaros, los zumbidos de las abejas que van de flor en flor, el choque de la cornamenta de los machos cabríos, que celosos, arremeten el uno contra el otro...
Ahora la melodía de la la flauta los tiene a los dos en uno solo,  y extasiados se olvidan de tocarla, pero la música sigue sonando.

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